jueves, 19 de mayo de 2011

LAS TEORÍAS PROBABILÍSTICAS DE LOS CONCEPTOS

Por: Marlin Liomar Zambrano Graterol

Los conceptos han sido estudiados desde diferentes perspectivas por distintas teorías cognitivas del aprendizaje. La definición del concepto está dada de acuerdo a la teoría desde la cual se trabaje, ya sea a partir de sus atributos o de su relación con el resto de los conceptos que componen la red semántica o la teoría. En afecto, dependiendo de la teoría cognitiva del aprendizaje los conceptos poseen una estructura interna, ya sea por: a) una serie de atributos necesarios y suficientes (concepción clásica) o b) una estructura difusa donde no hay atributos necesarios y suficientes que los definan (concepción probabilística).

Cabe agregar que existen también dos posiciones de acuerdo a la forma como se adquieren los conceptos, ya sea por inducción (procesos de asociación) o abstracción (procesos de reestructuración). Además, las diferentes teorías coinciden en entender el concepto como un tipo especial de representación mental; que cumple una serie de funciones específicas y que permite al individuo comprender y transformar la realidad. Las mismas se agrupan en dos corrientes: las asociacionistas y las de reestructuración. En las asociacionistas se encuentra la teoría probabilística, siendo aquellas que consideran al sujeto como una tabula rasa que adquiere el conocimiento por mecanismos asociativos, el aprendizaje no es intrínseco al organismo sino que se necesita de un impulso externo que inicia y controla el aprendizaje.

Así, los conceptos se forman mediante el reconocimiento de similitudes entre objetos e intentan reducir el sentido o significado de un concepto a una mera abstracción de atributos comunes. Los conceptos concretos son la base para la adquisición de conceptos más abstractos.

De igual manera, los primeros trabajos en Teoría de Prototipos fueron llevados a cabo por la psicóloga cognitiva Eleanor Rosch y su equipo, que partieron de los resultados de los estudios de los  antropólogos Brent Berlin y Paul  Kay sobre la categorización de los colores en hablantes de distintas lenguas. Éstos llegaron a la conclusión de que la manera en que estos individuos categorizaban mentalmente los colores no era arbitraria ni estaba totalmente determinada por su lengua como asegura el llamado relativismo lingüístico, sino que se estructuran en torno a los colores básicos, más claramente diferenciables.

Rosch trasladó estas conclusiones al campo de la psicología y comprobó que en la percepción de los colores eran importantes perceptualmente unos “focos cromáticos” a los que denominó prototipos (modelos típicos). A partir de diversos experimentos, llegó a la conclusión de que no todos los ejemplares que un sujeto agrupaba en una misma categoría resultaban “buenos ejemplos” de esa categoría, lo que mostraba que en las clases existían miembros más prototípicos que otros y que no era posible definir una categoría por condiciones necesarias y suficientes, como se venía haciendo. En tal sentido, el prototipo fue definido por Rosch como el ejemplar más representativo de una categoría, el que más rasgos comparte con el resto de miembros de ésta y menos con los de otras categorías. A su vez, las categorías no se conciben como clases discretas, es decir, con límites definidos, sino con unos límites difusos, en los que se encontrarían los miembros periféricos de las categorías vecinas, cuya transición sería gradual. Así, retoma esta idea en sus estudios sobre formación de conceptos naturales, que serán un nuevo punto de partida de un nuevo enfoque en el aprendizaje de conceptos.

Como resultado surgen las Teorías Probabilísticas según las cuales los conceptos se definen por compartir rasgos familiares, existe un parecido familiar que une a los ejemplares dentro de un concepto. La posición de los atributos del concepto por parte de un ejemplar y su pertenencia  a la categoría es una cuestión de probabilidades. Wittgenstein (1953) (citado por Pozo, 2010, p.93) afirma que la pertenencia de un elemento a determinada categoría, es más o menos probable, dependiendo de los rasgos que comparta con los miembros más representativos de ella.

Por lo tanto, dentro de las teorías probabilísticas existen la prototípica y la de ejemplares que a continuación se definirán de manera precisa:

La Teoría Prototípica de Rosch (1977,1978) (en Pozo, 2010, p.96) considera un nivel básico de abstracción, en el que la economía cognitiva en la categorización sería óptima. En ese nivel habría un aprovechamiento máximo de la estructura correlacional y mayor nivel de familiaridad entre los ejemplares del concepto. La estructura de las categorías se completa mediante su representación en forma de prototipos. De aquí que, el concepto se define como el conjunto de rasgos prototípicos. El prototipo está formado por un listado de propiedades, atributos o variables cualitativas o rasgos, que en su conjunto recogen los contenidos más frecuentes y distintivos del concepto; un elemento pertenece a una categoría si se parece a los demás miembros de ella.

Según Pozo (2010, p.107) “El prototipo se adquirirá a partir de un cómputo de la frecuencia de rasgos entre estímulos con una cierta similitud. Los efectos de tipicidad de los miembros de una categoría dependen de la frecuencia de cada uno de sus valores dentro de la categoría”. El prototipo no siempre es suficientemente representativo de la categoría pues el hecho de que se puedan incluir nuevos rasgos en los niveles jerárquicos de un concepto, implica que no se puede definir un prototipo estable, lo cual genera categorías difusas o poco definidas.

Para Rosch (1977,1978) (en Pozo, 2010, p.96) los conceptos no sólo están organizados internamente sino también entre sí. Los conceptos constituyen categorías organizadas por jerarquías en forma de taxonomías, poseen una doble estructura: en primer lugar vertical donde el concepto está incluido en una jerarquía de nivel de abstracción que comprende los niveles supraordinado, básico y subordinado; y en segundo lugar una estructura horizontal donde en un mismo nivel jerárquico se encuentran ejemplos más o menos prototípicos.

Al proponer estas ideas, se desafían cada uno de los principios fundamentales en que se sustentaba la concepción clásica. Antes que arbitrarias, las categorías son vistas como motivadas. Ellas reflejan la estructura perceptual del sujeto, el sujeto no es pasivo, se enfatiza la clase de acciones que una persona puede llevar a cabo y la estructura física y material del mundo. No están conformadas por características definitorias, sino que albergan prototipos y los miembros menos prototípicos de ellas son aprehendidos según el grado en que se asemejen a éste. Las categorías poseen una estructura interna y esto a su vez tiene consecuencias psicológicas, es decir, los conceptos del nivel básico resultan los más prontamente designados y recordados.

Por consiguiente, las categorías estarían conformadas por un centro con los ejemplos típicos y prototípicos y una periferia en la que estarían los ejemplos menos representativos. La validez de estas categorías estaría dada por la suma de validez de todos sus atributos. De igual manera, el aprendizaje de conceptos se inicia cuando se hace abstracción de los rasgos más probables de los miembros de una categoría, el sujeto incorpora los rasgos prototípicos que definen un concepto a través de la experiencia perceptiva; posteriormente, se van agregando rasgos que permiten establecer jerarquías.

Ante la situación planteada, la principal crítica a esta teoría se refiere a que el concepto de prototipo no ha sido suficientemente definido, lo que hace confusa su interpretación. Además, es difícil listar todos los rasgos que conforman el prototipo, haciendo que éste no siempre sea representativo de la categoría. Sin embargo, la aportación más influyente en defensa de la concepción probabilística fue la  reestructuración del concepto de prototipo, gracias sobre todo a las aportaciones de los estudios de Wittgenstein acerca del concepto de “juego”, en el cual proponía que lo que une a esos ejemplares dentro de un mismo concepto es un cierto parecido familiar, basado en una semejanza transitiva entre los miembros de la categoría.

Por otra parte, en la Teoría de Ejemplares la formación de conceptos se basaría en un proceso de comparación de similaridad en la memoria de trabajo; el concepto se forma en el momento de su uso, producto de la memoria episódica. La capacidad para reconocer objetos depende del recuerdo de cada caso o ejemplo en particular y de las categorías a la que pertenecen; por tanto, niega el fundamento de la abstracción y enfatiza el rol de las experiencias específicas. Cada categoría se forma con las representaciones de todos y cada uno de los ejemplos conocidos del concepto y no es una abstracción de los rasgos que lo conforman o caracterizan.
                        
A los efectos de ésta, es criticada en la medida en que se debe recordar un elevado número de casos o ejemplos individuales y sería necesario disponer de una gran capacidad de memoria. De esta forma, “su formulación actual resulta insuficiente como teoría de adquisición de conceptos, ya que todas sus formulaciones se reducen a un vago proceso de identificación” (Pozo, 2010, p. 104).

Cabe considerar que, los partidarios de la teoría del ejemplar, son aquellos que interpretan que las categorías están representadas por aquél concepto (el ejemplar) que recoge los rasgos más comunes en la misma. Estos conceptos se adquieren y almacenan como casos individuales. Así, la atribución de un estímulo nuevo a una categoría se produce por un proceso de comparación con los ejemplares almacenados en la memoria. No obstante, los defensores de dicha teoría no son muy específicos con respecto a los procesos de aprendizaje, ya  que rechazan la abstracción como proceso básico para la adquisición de conceptos, pero no formulan ninguna alternativa coherente a la abstracción, que es el proceso aceptado por posiciones asociacionistas.

De esta manera, se considera que en su formulación es insuficiente como teoría de conceptos. Sin embargo, se muestra como una teoría eficaz desde el punto de vista representacional y se ajusta a las demandas de las nuevas teorías computacionales, basadas en representaciones implícitas más que explícitas (modelos mentales o de memoria distribuida en lugar de esquemas o prototipos).

Tenemos pues, que este éxito empírico y esta adecuación con respecto a las nuevas teorías computacionales pueden resultar engañosos, ya que estas teorías no pueden dar cuenta de la formación de conceptos más allá del laboratorio. Las situaciones experimentales son restrictivas: pruebas de retención a corto plazo, situaciones artificiales en lugar de naturales y otras variables de interacción. Al mismo tiempo que datos empíricos y estudios llevados a cabo por enfoques cognitivistas, nos dicen que los conceptos son una abstracción, y ésta es la idea de los partidarios del prototipo.

En síntesis, en todos estos procederes y acciones, se postula la presencia de la mente como motora del proceso perceptual, mientras que en la teoría clásica, adoptada por el enfoque conductista, es la conducta la que da el significado al concepto, una vez que ésta ha sido disparado.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
·        Pozo, J.L. Teorías Cognitivas del Aprendizaje. Ediciones Morata, S.L. 2010.
·        Teorías del Aprendizaje. Disponible: www.elprisma.com/.../conductismocognitivismo/.

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